FRANCISCA ROSA BONELLI - El rol de la mujer italiana en Villa Regina (1)


FRANCISCA ROSA BONELLI: Me llamo Rosina Bonelli de Ventura, tengo 82 años, llegué a la Argentina el 17 de Noviembre de 1925 con cuatro hermanos, desde Trento (Castello di Fiemme) donde quedaron mis padres. Un hermano mío vino en el 24 y nos escribió diciéndonos que aquí había trabajo. Nos vinimos porque allá teníamos miedo a otra guerra y estaba Mussolini.

Recuerdo que en Trento había carteles que hacían la propaganda de las manzanas que había acá y que era una Colonia italiana. Tenía 19 años cuando llegué a Buenos Aires. Llegamos al Puerto y no estaba mi hermano esperándonos, vinieron dos amigos de él diciéndonos que nos venían a esperar porque Costantino se había ido a Río Negro y les había recomendado que a mí me dejaran en Buenos Aires, que no me llevaran allá. Ni mis hermanos ni yo quisimos separarnos porque mis padres nos enviaron juntos y así debíamos permanecer. Yo debía cuidarlos, hacerles la comida y atenderlos. Charlamos tomando una cerveza y veíamos un cuadro negro del futuro. Nos dividimos las cosas, dos de mis hermanos se fueron a buscar trabajo y el otro quedó conmigo. Fuimos al Consulado Italiano para que nos ayudara. Mi hermano consiguió trabajo en un bar por comida y dormir…pero ¿y yo?, el Cónsul que era muy bueno me mandó a la casa de un amigo en la calle Lavalle 477. Allí me recibió una señora joven muy amable que hizo sentar y me dijo que podía hacer las cosas de la casa, cuidar de una nena y me pagaría. Yo tenía en el bolsillo 20 centavos. Hablaban en italiano y eso para mí significaba mucho. A la noche vino el Cónsul y ya me sentí contenta porque por lo menos veía a una persona conocida. Me quedé en esa casa 17 días y me dieron 17 pesos que para mí era un dineral, ya que se pagaba 3,50 por el día de albañil y 3 al peón.

Al llegar a Regina conseguí un trabajo de cocinera, me daban comida y cama y 70 pesos por mes. Cocinaba en el campo para las cuadrillas que hacían los canales. Mi cocina eran unos ladrillos y la cacerola una lata de querosene, no había donde comprar ollas, pero en cambio había de todo para cocinar: carne de vaca, porque pasaba el carnicero, había queso y papas. Hacía una sola comida, puchero o guiso. Acá aprendí a cocinar. Volaba mucha tierra y la comida se llenaba de ella, no había como defenderse. La cuadrilla venía a comer a la caída del sol a eso de las seis porque no había luz.

Estuve enferma, pero igual cuidaba a mis hermanos, y ellos siempre me preguntaban si me sentía bien, si estaba contenta, yo siempre les respondía que sí. Me hicieron una pieza para mí, era la única mujer del lugar. NO DERRAME NI UNA LAGRIMA, PERO LA TRISTEA LA TENÍA ADENTRO.

Al tiempo vinieron mis padres con el otro hermano, en el 27. Mi mamá mando a preguntar si había trabajo acá, ya que era partera, y además quería que toda la familia estuviese junta. Su nombre era María de Marchi de Bonelli, tenía 45 años cuando vino. Vivió para su profesión, recorría la zona atendiendo los partos y a veces se quedaba fuera de casa hasta tres días, hacía su trabajo con mucho amor, fue la primera partera y atendió todos los primeros partos de la Colonia.



Conocí a mi marido en mi casa, era carpintero y junto a mi hermano alquilaron una fonda en Neuquén. Me llevaron como cocinera, yo era una sirvienta, atendía a mis hermanos y 70 personas más, estaba sola y cansada, entonces decidí casarme. El Juez de Neuquén nos quería cobrar 10 pesos y en Roca me casé por nada con dos testigos que mi marido trajo de Neuquén en el trencito. Nos dieron la libreta y…chau. Por iglesia nos casamos en la Compañía. El vestido que usé era marrón oscuro de seda, lo había hecho la Sra. de Seber que era la modista de la Colonia. Recuerdo que era e talle bajo, no llevaba nada en la cabeza y el pelo corto.

En cuanto a la ropa las mujeres hacían lo que podían, usaban lo que había traído de Italia, luego las telas se las compraban a la Cooperativa donde había ropa hecha, pero era toda igual. La Sra. de Seber cosía a la Sra. de Bonolli quien vestía muy bien. Junto a la Sra. de Seber cosía la Sra. de Pistrin. Recuerdo que en una oportunidad me cosió un vestido para ir a la fiesta del Dopo Lavoro pero no lo pude usar porque no le había hecho el agujero para pasar la cabeza, y no pude ir al baile. En las fiestas también iban las mujeres que había en ese entones: SFERCO, PISTRIN, DI PAULI. La fecha que más se festejaba era el 20 de septiembre.  

Dos veces por semana pasaba “el tren grande” que traía mucha gente. El primer coche que tuve fue la rastra, iba al pueblo sentada en cajón, llegaba tapada de tierra. Todo era descampado, de noche se veían las lucecitas de las casas lejanas. En invierno no hacía tanto frío, nos tapábamos con frazadas o la verdad no lo sentíamos.

Lavaba para la gente y no la planchaba hasta que vino una señora que tenía una plancha, entonces se la pedía prestada y todos los miércoles caminaba tres kilómetros para devolverla, me ponía un pañuelo en la cabeza, calzaba alpargatas, me sentía contenta porque me gustaba ver la ropa planchada.

Tenía una máquina de coser a mano traída de Italia, era la única que había me servía para emparchar, aunque sea.

En un rincón de la chacra había un pedazo de tierra que venía algo, sembré acelga, crecieron unas plantas muy grandes y con ellas hice la primera comida cuando vivó mi mamá.

Ella llegó de noche y a la mañana cuando se levantó dijo en la galería: ¡DIOS MIO...DONDE ME HAN TRAIDO!, a los quine días comenzó a trabajar y después de un tiempo dijo: ¡POR QUÉ NO HABRE VENIDO ANTES! Ella se sentía muy útil, era su vida trabajar de partera. Una vez por año debía mandar su diploma a Buenos Aires para sellar.

Fue lindo y feo, lindo porque me conformaba con lo que tenía, nunca ambicioné más, dado que mi familia estaba junta, y fue feo por toda la soledad que viví. 

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(1) Testimonio extraido de EL ROL DE LA MUJER ITALIANA: "Su proyección y trabajo en el origen y formación de la Colonia Villa Regina", de Edda Collino de Barazzutti y Alicia Vergottini de Busarello. Trabajo presentado en el 1º Congreso de Historia Regional "La presencia de los italianos en la Patagonia" desarrollado en la ciudad de Neuquén en 1989. 


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